EMBAJADA:
Costa de dos bandos de soldados: tres
moros y tres cristianos. Rememoran una batalla, hay dos formas de representarla. Normalmente la
elección la suelen hacer los festeros de cada año, suelen alternarlas. Los
embajadores van vestidos de diferente forma según el bando al que pertenecen y el
rango que representan (por supuesto con traje de fiesta) Van montados a
caballo, tambien las caballerías llevan bonitas monturas.
En una de las embajadas, el bando cristiano tiene un ángel (representado por un chico pequeño)
LOS GRACIOSOS:
pastores con chaleco de lana, zurrón, garrote grande artesano, cañamo (para
hacer cuerda en los ratos tranquilos), pantalón vistoso y calzan alpargatas de
cañamo. Comentan sucesos del trabajo en el reino con las lavores propias del
ganado y lo poco que comen y beben.
LOS DANZANTES:
Ocho chicos de unos ocho o diez años, enseñados por un señor del pueblo “Pepe
el zurdo” (gustoso colabordor durante muchos años) estos chicos danzan y bailan
al son tambor y tompeta.
Vestimenta: Faldas blancas almidonadas con encajes y
lazos, blusa, calzón, enaguas, sombrero, zapatillas de cañamo, medias y banda identificativa.
Enseres:
castañuelas, dos palos decorados y una corbetera, para cada danzante; arrocero, martillo y cuatro almireces; una
espada; cuatro arcos florales,
(realizados artesanalmente) y un
palo grande preparado con cintas de colores sugetas en la parte superior, que
cuando bailan los chicos se cruzan formando figuras geometricas de gran
vistosidad (dicho palo lo sujetan los pastores)
Cada arco era portado por dos chicos, (el nuestro se
realizó en casa de una compañera (quedó
precioso), al mismo tiempo sus cuñadas
nos aleccionaban para mejorar los gestos
al recitar la poesía y daban ideas a
nuestras madres de cómo trabajar mejor el papel manila utilizado en las
flores. ¡Todo salió muy bien!
A finales de la decada de los sesenta, (en 1967
concretamente) debido a la emigración, escasearon los chicos de esa edad para
el dance. La fiesta estaba muy arraigada,
autoridades y vecinos no permitieron que decayese, (por lo que obtaron
en formar un cojunto mixto en los danzantes) En esos años yo tenía la edad
adecuada y participe como festera. Disfrute mucho, y recuerdo muy bien cada detalle. Además la fiesta une
de manera especial a los que participan en élla.
Las madres
preparaban la ropa que festeros anteriores habían usado (labado, almidonado y
planchado) nos median un pie para comprar
en conjunto todas las alpargatas (no teniamos demasiados medios de comunicación
aún). Recuerdo como comentaban lo que
les faltaba: a unos la yegua, a otros la montura, o el almirez para el dance que era considerado como un objeto de mucho
valor economico, (en ocasiones era un legado familiar) Con la buena
colaboración de amigos vecinos y familiares todo quedó resuelto muy pronto,
siendo ellos mismos los que llevaban las cosas a la casa que se necesitaban.
. La vispera en el
trinquete los danzantes y graciosos hacian una representación pública,
tratando de compaginar todo para no
cometer pequeños errores, lo fundamental era orientarse bien en un espacio
diferente y perder la timidez.
La mañana del
Pilar, los nervios llegaron al oír sonar
las campanas, para salir en procesión a
la ermita de la virgen del Pilar, (Ubicada entre Formiche, Cabra y El Castellar)
El orden de la procesión mas o menos era asi: bastante adelantado un pequeño grupo
de personas entendidas tirando cohetes, el ángel, los embajadores: tres a cada
lado de la calle, el estandarte de la virgen, los danzantes bailando, arropados
por los pastores, (estos ultimos, daban alguna palmada con sus enormes
castañuelas para hacer sitio) la virgen del Pilar a hombros, las Autoridades
Civiles y Eclesiasticas y los vecinos de la localidad.
Se danzaba por las calles del pueblo y al llegar a la
ermita.
De vez en cuando los graciosos gritaban:
¡VIVA LA VIRGEN
DEL PILAR! ¡¡VIVA!!
Al llegar se celebraba la santa misa y la procesión, y se
entonaba el himno a la virgen. El ayutamiento obsequiaba a sus gentes con
pastas y licor.
Como de costumbre, siempre estaba la turronera de Teruel
para endulzar los paladares.
En medio de un gran circulo en la puerta de la ermita, los
danzantes bailaban:
· al son de castañuelas.
· el paloteao.
· el baile de los arcos.
· tocaban el almirez
· el baile del ahorcado
· se vestia y desvestía el palo
Se emulaba oficios de la época (herrería y cocina) y recitaba cada chico una
poesía con alusión a la patrona, a la
fiesta y al pueblo “con grandes vivas” Cada baile se realizaba formando
cuatro calles menos el recital que siempre se hacía mirando a la ermita.
Los graciosos, a veces,
haciendo gala de torpes, criticaban al amo por su tacañería y las largas
jornadas de trabajo, más estando ausentes en invierno por ir al reino con el
ganado, al llegar al pueblo…se enteraban de todos los sucesos: los noviazgos
recientes, si alguna pareja se había roto, si a fulanico se le habia muerto la
burra, tambien estaban al corriente de algún programa televisivo (esto ya más
tarde) y todo lo que su gracia y desparpajo podía representar. Para las cosas
mas subidas de tono siempre contaban con
la complicidad de alguna dama.
En todo momento los graciosos velaban por el buen
funcionamiento de la fiesta, derrochando buen humor al recitar sus loas.
La embajada necesitaba más espacio por los caballos
y, los embajadores tenian que hablar
fuerte para ser oidos. Cada participante declamaba su papel; en principio el
ángel pertenecía al bando cristiano (pero lo perdieron) y la segunda batalla
fue aún mas cruel, su orgullo no permitia una perdida así. Cuando salen al
campo de batalla se ven caras preocupadas por si había caidas de los caballos (nunca
ocurrieron) son escenas de mucha acción
y lucimiento.
Después de la lucha (en privado) llega el bando moro derrotado y el cristiano esultante
de alegria, qué contagia a todo el publico creyendo que la virgen ha sido la
causante del triunfo.
Rápido el jefe, su ejercito y los creyentes (que son casi
todos) se acercan a darle las gracias a su patrona a la puerta del santuario.
Los gigantes representaban a un hombre y una mujer,
aunque en realidad eran dos hombres los encargados de la actuación. Eran la admiración de los espectadores por lo
bien que bailaban. No llegué a verlos, se llamaban: Ponciano y Rafael. Así lo
corroboran las personas mayores en una
conversación reciente.
La fiesta seguia
por la noche con baile popular y toro embolado medieval en el pueblo.
Al día siguiente se repetía la misma fiesta en la
localidad, un poco mas reposada en honor
a la virgen de los Desamparados.
NOTA: En 1990 se realizó la última fiesta como antaño,
(con enorme emoción de los asistentes) sobre todo en las personas mayores que
muchas fueron festeras echando mano de
chicos descedientes del pueblo (en esta ocasión participaron mis hijas).
Desde aquí animo a los que lean esto y tengan relación
con El Castellar, “aporten su granito de arena” para que hablemos en presente
¡que fiesta tan bonita tenemos!
Siempre hay maneras de seguir aunque las circunstancias
nos obliguen a introducir cambios, “no sería la primera vez” ¡Animo!
Gracias a todos colaboradores y antepasados por dejarnos
este bonito legado.
Espero os haya gustado la descripción que he hecho de
esta fiesta tan popular y entrañable y celebraría que pronto pudieramos
disfrutar de élla.
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